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En personas saludables, una dieta rica en frutas y verduras, legumbres, hortalizas y granos orgánicos, debería ser suficiente para la manutención del sistema antioxidante que controla el stress oxidativo.
El estilo de vida y los hábitos alimenticios se modificaron en las últimas décadas en todo el mundo. Se observa un aumento en la oferta de alimentos y en forma paralela, la reducción de la calidad nutricional por varios factores tales como el empobrecimiento de los nutrientes en el suelo, la pérdida nutricional y contaminación química por el agregado de conservantes y preservantes en la industrialización de los alimentos, el inadecuado almacenamiento, transporte y manipulación, y el aumento importante del consumo de carbohidratos simples como azúcar y harinas.
En ocasiones la pérdida del contenido nutricional, muchas veces superior al 50% es por el tiempo transcurrido entre la cosecha y la heladera del consumidor.
Frente a estas modificaciones, nuestro organismo que acompaña la “evolución” exige mayor cantidad de nutrientes para contrarrestar los desequilibrios generados por las situaciones adversas como la polución ambiental, estrés físico o emocional y el aumento del consumo de alimentos antinutricionales e industrializados con antibióticos, fertilizantes, agrotóxicos y pesticidas, etc.
Una de las fuentes exógenas más importantes para la producción de radicales libres y stress oxidativo son los alimentos.
Es de gran importancia modificar los hábitos alimenticios para nutrir en forma eficiente el organismo, ante la realidad impuesta por el avance tecnológico y los hábitos de vida poco saludables, y prevenir una serie de enfermedades inmunológicas, neurológicas y digestivas.
Como dijo Hipócrates “Deje que el alimento sea su remedio”.