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Los factores extrínsecos son los que aumentan el riesgo a desarrollar enfermedades degenerativas crónicas, por lo tanto su control puede prevenir la aparición de estas patologías o hacer su curso crónico e irreversible más lento.
Las patologías que matan con mayor frecuencia (cardiovasculares), las que más invalidan (reumáticas) y las enfermedades más comunes en la rutina diaria pueden evitarse.
Entre los factores de riesgo más importantes se consideran el tabaquismo, sedentarismo, alimentación y stress. La hipertensión y la obesidad, son también considerados factores de riesgo controlables. Son responsables de la alteración en el aporte de oxígeno y nutrientes, lesión celular y del tejido hasta la muerte del mismo (infarto).
Fumar es uno de los más nocivos porque el cigarrillo contiene sustancias tóxicas; se asocia a enfermedades cardiovasculares, pulmonares, cáncer y envejecimiento.
El sedentarismo o falta de actividad física predispone a la obesidad, favorece la atrofia muscular y rigidez articular, disminuye la elasticidad tisular, y acelera el envejecimiento. Afecta además la función intestinal y el proceso digestivo.
La dieta debe ser balanceada, caso contrario el exceso calórico se transformará en depósitos grasos, como por ejemplo en arterias (placas ateromatosas).
El stress es uno de los factores más frecuentes e importantes en el mundo moderno, es la respuesta del organismo a situaciones adversas o favorables. Es un factor de convivencia diaria y de características variables, que puede llevar a la vulnerabilidad del organismo inclusive a enfermedades muy graves, precipitar un derrame cerebral o infarto de miocardio.
Todos los factores de riesgo son controlables, su identificación y reconocimiento permiten definir la estrategia antioxidante personalizada.
Los cambios de hábitos y costumbres permiten controlar estos factores en pro del equilibrio del cuerpo.