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La enfermedad articular está caracterizada por dolor y limitación funcional. Es la principal causa de discapacidad en mayores de 55 años.
Afectan a millones de personas, con pérdida de la calidad de vida. Aproximadamente el 75% de la población de alrededor de 65 años tiene evidencias radiológicas de lesión.
En forma resumida, se divide en dos grandes grupos. La originada por degeneración de la articulación, como Artrosis, y la causada por un proceso inflamatorio, muchas veces autoinmune, como Artritis Reumatoide, Psoriasis, y Colagenopatias Autoinmunes, Polimiositis, Espondilitis Anquilosante entre otras.
A pesar de todos los avances de la medicina, estas entidades permanecen incurables, con rígidos tratamientos, bajo altas dosis de corticosteroides, inmunomoduladores y antiinflamatorios no hormonales, e innumerables efectos colaterales y contraindicaciones como gastritis y úlceras de estómago, depresión, alteraciones en los índices de azúcar en diabéticos, inmunodeficiencias, anemias, alergias, hipertensión arterial, aumento de peso, entre otras.
Estas patologías se producen por la presencia de radicales libres como el hidroxilo que destruye el cartílago articular, y el superóxido, que causa reacción inflamatoria local al favorecer la liberación de sustancias inflamatorias, los leucotrienos. El organismo carece de un sistema endógeno para neutralizar al hidroxilo y este se torna más nocivo todavía. El fenómeno de isquemia/reperfusión agrava las lesiones articulares. El movimiento produce aumento de la presión intraarticular y dolor por isquemia o menor aporte de oxígeno. El reposo restablece el flujo sanguíneo y el oxígeno, hay reperfusión que calma el dolor, sin embargo hay gran formación de radicales libres que en presencia de hierro perpetúan el proceso.
Las alergias alimentarias son un factor agravante de las artritis autoinmunes, como Artritis Reumatoidea, se recomienda disminuir la ingesta de carne bovina y la detección de alérgenos alimentarios. Los metales tóxicos como plomo, aluminio, mercurio y metales esenciales como hierro y cobre, en exceso también pueden agravar el cuadro.
El tratamiento orthomolecular, personalizado según la bioquímica individual y la dieta de cada paciente, incluye antioxidantes, analgésicos y moduladores como Omega 3 y ácidos grasos esenciales entre otros nutrientes. Los antiinflamatorios y corticoesteroides, se retiran en forma gradual. Una minoría puede necesitarlos, en dosis muy inferiores a las usadas, o como recurso terapéutico en la reagudización del proceso inflamatorio.
La terapéutica orthomolecular logra neutralizar los radicales libres que provocan la lesión, aumentando la flexibilidad articular y disminuyendo el dolor y la inflamación. Se controla la evolución del proceso degenerativo articular y la enfermedad, evitando su progresión al combatir el agente causal y no solo el efecto inflamatorio.