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No podemos modificar nuestros genes, pero podemos minimizar nuestra susceptibilidad genética a diversas enfermedades y trastornos, mediante algunos cambios en nuestro estilo de vida.
En la actualidad, el concepto básico de medicina está relacionado en la práctica a las actividades en niveles terciario y cuaternario, donde la premisa es el uso de fármacos para el control de los síntomas del paciente. Sin embargo, la consolidación de nuevos conceptos prevalece, y es mucho más importante controlar la expresión génica por la cual se expresa la enfermedad, así como delimitar el terreno biológico con el propósito de controlar los síntomas de las enfermedades, si es posible limitarlas y disminuir su velocidad de progresión.
El 25% de las enfermedades son genéticamente adquiridas, y el 75-80% son consecuencia de alteraciones del medio ambiente que terminan interfiriendo en nuestro organismo.
Por ejemplo la ateroesclerosis relacionada con los niveles de colesterol, la hipertensión arterial con el consumo de sal y el proceso inflamatorio del endotelio producido por una dieta rica en omega 6 ”proinflamatoria” con el consiguiente aumento de ácido araquidónico y aumento de PGE2 (Lancet 1997).
Las enfermedades crónicas -enfermedades silenciosas- son evitables por factores externos como alimentación, ejercicio y medio ambiente, por lo tanto tenemos la posibilidad de controlar el 75-80% de las enfermedades e inclusive diagnosticarlas antes de que aparezcan.
Son las enfermedades cardiovasculares, primera causa de mortalidad (ateroesclerosis), las enfermedades reumáticas (inflamatorias y degenerativas) la principal causa de invalidez, y las neurológicas (Enfermedad de Alzheimer, Parkinson) por el compromiso de la calidad de vida.
La variación genética determina diferencias en la altura, color del cabello del paciente, susceptibilidad a enfermedades, diferentes respuestas a factores ambientales y nutricionales.
Predisposición genética no es destino genético.
Gen y medio ambiente
Cambios en nuestro estilo de vida, medidas higiénico-dietéticas y terapéuticas orthomoleculares pueden modular el efecto de los genes.