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Envejecer es un proceso fisiológico inevitable, crónico e irreversible, susceptible de modificar, si se aplican cambios para lograr el equilibrio metabólico y funcional del cuerpo.
El proceso de envejecimiento se divide en tres fases. La primera es entre los 30 y 45 años de edad, a los treinta se inicia la pérdida fisiológica de neuronas y el declino hormonal progresivo (melatonina, DHEA, hormona de crecimiento). Aparecen arrugas, canas, abdomen prominente, menor capacidad física, como las primeras características asociadas al envejecimiento.
La segunda fase, comprendida entre los 46 a 65 años, de consolidación social y económica es una de las más peligrosas porque está asociada a stress, afecciones autoinmunes, enfermedades degenerativas crónicas progresivas, y por lo tanto es la que debe ser adecuadamente controlada.
La tercera fase, en mayores de 65 años, de envejecimiento propiamente dicho, incluye un proceso fisiológico, senescencia y uno patológico, senilidad.
Envejecer depende de la carga genética en un 35 % (herencia de padres longevos o no) y del medio ambiente en un 75% que determinará un envejecimiento saludable o con enfermedad. El stress, depresión, alcohol, cigarrillo, alimentación inadecuada, exceso de hidratos de carbono, todos producen alteraciones. Si no se nutren las células, disminuye un 50% la expectativa de vida.
Modificando las condiciones de riesgo, en ambientes con menor polución, menor stress, sin tabaco, con actividad física, dieta saludable y consumo de antioxidantes que revitalizan células y tejidos, Usted está cambiando no solo su presente sino también su futuro.